FÍSICA
Carlos Peña
“El camino a la vocación no es una línea recta”
Como la mecánica cuántica, las vocaciones presentan en ocasiones aspectos difíciles de desentrañar. Carlos Peña es uno de esos casos en los que se tiene muy claro el destino, pero se disfruta del viaje. Hoy dirige un laboratorio subterráneo a 800 de la superficie en Canfranc, en el Pirineo aragonés, pero todo empezó cuando tenía 13 años y oyó en un curso de química, no de física, la expresión “mecánica cuántica” e hizo volar su imaginación infantil. “Fueron dos palabras mágicas”, asegura este reconocido científico.
A raíz de ello quiso saber, profundizar en ese campo. Lo hizo a través de la carrera de Química, desde la que dio el salto a Física una vez concluida aquélla, pero sin sombra de rencor hacia aquel joven que dio un garbeo antes de ir al meollo. “No hay –dice- una serie de pasos prefijados que te lleven al destino al que quieres llegar. La trayectoria la vamos corrigiendo en función de los aprendizajes que vamos teniendo”. Es a posteriori cuando piensas en ocasiones “que hubiese estado mejor la otra opción”. Para llegar a esa conclusión te hace falta el haber escogido lo que escogiste. Así atacan a veces las vocaciones. “Caminos múltiples conectados”, lo denomina. Y el camino, aunque más largo, “a veces es mejor”.
Entre una y otra cosa, a Carlos Peña no le han distraído de su inicial gusto por la física cuántica. Hoy, desde el laboratorio que dirige bajo la tierra de Huesca para evitar que el ruido cósmico interfiera en las investigaciones se especializa en hacer preguntas y “experimentos que nos permitan entender mejor el origen al universo”. Las matemáticas les permiten hacer conjeturas, pero los experimentos son necesarios, más aún con la “motivación” extra de un laboratorio que define como la guarida de Batman con una puerta de acceso como la de Jurassic Park.
La respuesta quizá esté en los neutrinos, “pequeñas partículas fantasma” que cada segundo cruzan por millones “por cualquiera de nuestras uñas” y que son dos cosas a la vez: materia y antimateria. De su carga electrónica dependió el pírrico triunfo de la primera sobre la segunda. La materia ganó la batalla a la antimateria. Por poco. Y aquí está el universo.
Peña afirma que no será su generación la que tenga esas y otras respuestas. Tampoco las que se refieren a la materia oscura, otro campo de investigación muy presente en Canfranc porque “estamos rodeados por mucha más materia de la que vemos, de hecho, nosotros somos una fracción, aproximadamente un 15 % de toda la materia que existe en el universo”. “Sabemos qué no es, pero no sabemos más de lo que es”, afirma.
De ahí que mande un claro mensaje a los futuros científicos, a las nuevas vocaciones: “suele pensarse que todo está conocido, pero es tan pequeña la cantidad de componentes del universo que entendemos un poco, tan vasto todo aquello de lo que no entendemos casi nada…”. “La mayoría de incógnitas no las vamos a resolver los que estamos ahora mismo sobre el terreno”. Serán los futuros estudiantes los que puedan “reformular las preguntas con los avances que tenemos” y eso traiga “esa capa esencial para responder”.
Como Carlos Peña, otros grandes físicos que desempeñan su actividad profesional en interesantes y dispares campos del saber dejaron su testimonio en Buscando Vocaciones. Es el caso de Juan Ignacio Cirac uno de los científicos españoles más reconocidos del mundo y que al igual que Carlos Peña estudió Física después de iniciarse en otra disciplina, una ingeniería. También física es Elena Ceballos, quien investiga la zona crepuscular, una capa muy profunda del océano que, aunque más cercana, también nos es totalmente desconocida.