Ing. Industrial y Biomedicina
Guillermo Gauna
“Tenemos que utilizar la tecnología para buscar soluciones a problemas que existen a nuestro alrededor”
Guillermo Gauna soñaba con hacer realidad los inventos que dibujaba en su libreta de pequeño. Y con esa idea en mente, se compró una impresora 3D. Luego descubrió que podía hacer mucho más que eso. Podía fabricar prótesis “para gente que había sufrido alguna amputación o que había nacido sin brazo”, recuerda Gauna. Y así lo hizo. Creó el primer brazo para gente sin codo, “con unas gomas que permiten abrir y cerrar la mano”, y lo probó, por primera vez, aprovechando un viaje humanitario a un orfanato en Kenia. Allí, supo que lo que había hecho no era solo un proyecto de ingeniería, “era un proyecto social” que podía “cambiarles la vida a miles de personas”, afirma. Incluida la suya, que cambió radicalmente al descubrir su vocación, que pronto se convertiría en su profesión.
Lo primero que hizo fue darle un nombre propio a su invento, la trésdesis, y el apellido fue un homenaje a los niños del orfanato, “la trésdesis Nelly, para gente sin dedos; la trésdesis Mary, para gente sin muñeca y la trésdesis Vicky, para gente sin codo”. Y se puso manos a la obra. De vuelta en España, creó una plataforma llamada ‘Ayúdame3D’ y empezó a fabricar prótesis de manera gratuita para cualquier persona que se lo pidiera, “porque la tecnología y estos dispositivos deben ser accesibles a todo aquel que lo necesite”, añade Gauna. Hoy, ‘Ayúdame3D’ es una entidad social que él mismo dirige.
Para Guillermo M. Gauna-Vivas, la tecnología solo debe usarse de una manera: como “medio para mejorar la calidad de vida de las personas”. Y, en su caso, está claro, porque en el mundo hay más de 80 millones que necesitan una prótesis y no pueden permitírsela. Y que Gauna pudiera comprarse una impresora 3D y ahora decenas de personas en el mundo colaboren con él, imprimiendo brazos con sus propios medios, ha hecho posible este proyecto. “La democratización tecnológica es maravillosa”, añade el ingeniero.
Su ejemplo demuestra que se puede hacer una labor social desde una empresa y desde el conocimiento técnico que dan los estudios. Él lo resume en una sola frase. “Ayudar es demasiado fácil como para no hacerlo y, si puedes hacerlo a través del trabajo, qué mejor motivación para seguir haciéndolo”.